La fotografía que ilustra este tema,
a muchos padres y madres nos arranca una sonrisa y también nos conmueve la
alegría de estas criaturas que nos demuestran dos cosas: por un lado que entre
estas niñas hay una buena relación de compañerismo y por el otro que las
tenemos en la edad de oro; queremos expresar que es aquella edad de pocos
cambios de humor, de aceptación de las pautas establecidas en el hogar, de
tranquilidad y de buena armonía. Sería la edad ideal para preparar la
adolescencia, un tiempo de rebeldía, que siempre ha existido, pero que hoy por
el contexto social en que vivimos se hace más evidente, ya que las normas
existentes en familia se ven perjudicadas por estilos de vida, no habituales, pero
si ensalzados en algunos canales de televisión. Nuestro buen humor y alegría
serán efectivos para educar a nuestros adolescentes.
Vivir
educando de acuerdo con los tiempos
Hace años nuestros pequeños y jóvenes
podían irse educando por su entorno social. Era, en frase de José Antonio
Marina, que escuché hace poco en un debate en televisión, ''como dejarse
llevar, surfeando por las olas''. No era necesario que los padres anduvieran
preocupados ya que el ambiente les era favorable en la transmisión de valores.
Hoy, en primer lugar los padres y en segundo lugar la escuela, somos los
auténticos protagonistas de la educación de chiquillos y de adolescentes que
deben educar por contagio. El ambiente, a veces hedonista y materialista, que
influye en algunos jóvenes podría estropear –en el caso de no estar atentos–
muchos de nuestros esfuerzos y aportar modelos inconvenientes para su
formación.
Algunas
ideas prácticas
Destaquemos a continuación algunas
sugerencias para ayudar a padres y madres en la etapa adolescente de los hijos:
1. Seguir manteniendo la exigencia y los límites que hemos marcado según nuestros objetivos educativos. Es importante mantener el mismo criterio para el cumplimiento de los horarios establecidos tanto para los que hacen referencia a la hora de llegada a casa como para el tiempo de estudio, de televisión, de internet o de ocio.
2. Orientar su capacidad crítica para saber distinguir lo que le conviene.
3. Presentarle modelos con ideales. Es aconsejable hacerlo a través de películas o lecturas que fomenten el valor de la generosidad.
4. Procurar que tengan alguna afición de tipo deportivo, como básquet, fútbol o esquí, que les sirva de reparador de fuerzas y fomente encontrar amigos o amigas con inclinaciones saludables.
5. Ofrecerles todo nuestro tiempo para esperar con paciencia que nos hagan sus confidencias. Si solo nos dedicáramos a preguntar, sin escuchar lo que les preocupa, les parecería - con toda la razón del mundo - que están espiados en lugar de amados.
6. Dar soluciones a sus problemas pero, si en alguna ocasión se equivocan, alegrarnos por la experiencia recibida y aprovechar para enseñar que cada uno es responsable de sus actos y no debemos dar nunca la culpa a los demás.
1. Seguir manteniendo la exigencia y los límites que hemos marcado según nuestros objetivos educativos. Es importante mantener el mismo criterio para el cumplimiento de los horarios establecidos tanto para los que hacen referencia a la hora de llegada a casa como para el tiempo de estudio, de televisión, de internet o de ocio.
2. Orientar su capacidad crítica para saber distinguir lo que le conviene.
3. Presentarle modelos con ideales. Es aconsejable hacerlo a través de películas o lecturas que fomenten el valor de la generosidad.
4. Procurar que tengan alguna afición de tipo deportivo, como básquet, fútbol o esquí, que les sirva de reparador de fuerzas y fomente encontrar amigos o amigas con inclinaciones saludables.
5. Ofrecerles todo nuestro tiempo para esperar con paciencia que nos hagan sus confidencias. Si solo nos dedicáramos a preguntar, sin escuchar lo que les preocupa, les parecería - con toda la razón del mundo - que están espiados en lugar de amados.
6. Dar soluciones a sus problemas pero, si en alguna ocasión se equivocan, alegrarnos por la experiencia recibida y aprovechar para enseñar que cada uno es responsable de sus actos y no debemos dar nunca la culpa a los demás.
Una
actitud activa, comprensiva y paciente
Y, ¿qué podemos hacer cuando no
sabemos cómo resolver alguna dificultad? Una respuesta la podemos encontrar en
apartarse un poco del problema, estudiarlo de lejos y afrontarlo con buen ánimo
y, sobre todo, cuando no podemos remediarlo solos, saber pedir ayuda a personas
de nuestra confianza, primero y por supuesto al cónyuge, al tutor o tutora, que
conoce bien a nuestro hijo y su comportamiento en la escuela, y si con estos
medios aún no lo hemos podido aclarar, pedir consejo a orientadores familiares
o médicos.
Es cuestión, ante todas las
circunstancias seguir adelante y con buena cara. Conviene tener una actitud
positiva y alegre para actuar con serenidad. En la etapa adolescente de
nuestros hijos es importante confiar y no pensar mal. Nos abrirán su corazón
cuando quieran, siempre que vean que nos fiamos de ellos. Entonces será el
momento del encuentro y la verdad del padre y de la madre lucirá mejor si es
defendida con paciencia, comprensión y coherencia. Esta verdad la hemos de
hacer compatible con la valentía para tener sinceridad y hablar de lo que
creamos necesario; también para saber dejar tiempo para la reflexión de los
jóvenes.
Y recordemos a Séneca: ''Sea esta la
regla de la nuestra vida, decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma
que la palabra esté de acuerdo con los hechos''.
Encontrado en http://www.fluvium.org/textos/familia/fam203.htm
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